Por Miguel Córdoba
Este año estamos asistiendo a situaciones muy novedosas. Por desgracia todas malas para la por todos proclamada necesidad de una mayor calidad institucional. Es que las pincipales fuerzas politicas, lejos de superar la llamada «grieta», no hacen más que profundizarla.
Por estas horas desde los medios oficialistas nos abruman con la idea de que por culpa de la oposición, el país se ha quedado sin presupuesto para el año próximo. Al respecto vale aclarar que esto no es así, dado que la Ley de Administración Financiera del Estado le permite al gobierno continuar con la autorización de gastos prevista para este año.
Asimismo no se entiende cuánto podría molestar al presidente, cabeza del estado, no contar con la aprobación de este plan de gobierno expresado en cifras y metas, cuando él mismo ha señalado el 21/7/2020 que «Francamente, no creo en los planes económicos» (SIC, a Benedict Mander, corresponsal del «Financial Times» en Buenos Aires).
El mensaje oficialista se completa destacando que «En 38 años de democracia, el Congreso nunca votó un rechazo al presupuesto» (titular de Télam del día de hoy).
Es notable que la misma agencia de noticias gubernamental, no destacó del mismo modo el hecho que por primera vez en nuestra reciente historia democrática, la Cámara de Senadores con mayoría oficialista hasta hace una semana atrás, rechazó la cuenta de inversiones del primer año del gobierno (2016) de Juntos por el Cambio, hoy principal fuerza opositora.
El rechazo de un balance contable de una gestión de gobierno no sólo fue inédita, sino que se efectuó hace un par de meses, contrariando el dictámen favorable de la Auditoría General de la Nación (el órgano encargado de su análisis), emitido en agosto de 2018.
Sigan pasándose facturas. Sigan devolviéndose atenciones. Sigan jugando al poder. Así nos va a ir.