Por Horacio Umbídez
Nadie es tan ingenuo para creer que varios senadores oficialistas se negaron a sesionar la semana previa a las elecciones para trabajar en sus provincias y garantizar el triunfo de Scioli en primera vuelta. A pesar de lo que puedan llegar a pensar algunos, el desplante al pedido de Cristina para que los senadores aprueben el Presupuesto 2016 en la sesión del 21 o 22 de Octubre, tampoco es una simple bravuconada de Pichetto.
La cruel y triste realidad para los que se van es que, como en Roma, el Senado comenzó a trabajar para el que viene. O quizás para ellos mismos.
Como en un obra clásica, la puesta en escena está bien clara en la memoria de todos los actores principales. Los que no la entienden son algunos de los jóvenes actores secundarios, pero la obra va camino a reestrenarse sin ningún tipo de inconvenientes. Y como si esto fuera poco, en la boletería ya hay gente haciendo cola.
Si el 25 de octubre gana el nuevo neo-oficialismo con Scioli, una porción muy importante de los señores senadores podrá ofrendarle su rebeldía y la oportunidad de realizar los cambios que el actual gobernador bonaerense crea conveniente, a su saber y entender, sobre la base del dibujo que presentó Kicilof y que los Diputados aprobaron alegremente con números y obras insoportablemente ficticias.
En este caso, el equipo de economistas de Scioli podrá negociar un nuevo presupuesto con los Gobernadores que tienen poder y senadores, además de los senadores que tienen poder y no responden a ningún Gobernador. Sería una reedición de la vieja «Liga de Gobernadores» y el Senado, enclaves en los cuales centraría su poder Scioli para proteger en alguna medida el escaso poder de fuego que le deja el Cristinismo para combatir las mil acechanzas que le sembraron con la esperanza que fracase, tanto él como el Peronismo. Cosas nada nuevas para el gorilismo de izquierda….vio.
Ahora bien, también existe la posibilidad que Scioli no gane en primera vuelta y que quien quede en mejores condiciones para un triunfo en segunda sea el PRO y su conjunto de pequeños gorilas de derecha, que son la flor y nata de su iluminada juventud.
En ese caso y ante la falta de poder del PRO en las Cámaras Legislativas, los senadores (y dopo los Diputados) quedarían con suficiente poder como para elevar el nivel de “exigencias”, siempre con el fin sagrado de garantizar la gobernabilidad y/o responder a las necesidades imperiosas de sus Gobernadores. En este escenario, la Liga y los senadores pasarían a ser una pata importantísima en la futura mesa de discusión de la renovación del Peronismo, marco insoslayable si el Oficialismo pierde las elecciones, tal como sucedió tras la derrota de 1983.
La otra alternativa factible es que el Frente Renovador sea quien quede con mayores posibilidades de acceder a la presidencia. Sergio Massa propone cosas de muy fácil implementación y que suenan como música en los oídos de la gente, pero la mayoría de ellas deberán salir aprobadas por Ley. Ergo, por negociación, pero ahora en un terreno mas sinuoso. Tanto Sergio Massa como el «Gallego» De la Sota, son profundamente peronistas y no tendrían problemas para hacerlo. No tienen otra genética más que la que ordena tomar el poder, tanto el simbólico como el real. Sin dudas tomarían el bastón de mariscal y lo cargarían en su mochila, tanto para plantarse, gobernar y sobre todo para realizar la necesaria renovación del PJ, y desde el poder de la Nación y no solo de la Pcia. De BsAs.
Todo esto demuestra que el camino elegido por los Senadores Justicialistas es el indicado. De manual: desensillar hasta que aclare. Mal que le pese al Cristinismo.