En una entrevista con La Capital, Lamberto elogia las condiciones de trabajo en la AGN y dice que el gobierno tuvo que ir al FMI para salvarse de los errores que cometió.
—¿No tiene ganas de volver al ruedo político-electoral?
—Estoy seguro que no; hay etapas en la vida donde se cumplen ciclos, y no es bueno que a mi edad me involucre. Hay gente nueva que debe venir y que debe involucrarse. Están más cerca de las vivencias cotidianas de la gente, que es lo que necesita una sociedad de un político. Tiene que haber una generación nueva en la política.
—¿Le sorprende que este gobierno, cuyos integrantes venían precedidos de trabajos en el ámbito privado, y que se autodenominaron «el mejor equipo de los últimos 50 años», tenga tantos desaciertos en materia económica?
—Lo que importa son los actos. Usted con la economía puede hacer cualquier cosa, menos evitar las consecuencias. El gobierno cometió errores garrafales, como endeudarse excesivamente creyendo que la tasa no subiría. Haber sujetado los combustibles al precio del dólar cuando sabía que el precio del crudo iba a subir. Estas cosas se saben. Ocurrieron, y tuvieron que ir al FMI para salvarse de los errores que ellos mismos cometieron.
—Recuerdo una visita a su despacho de secretario de Finanzas en 2002, cuando usted estaba reunido con Singh y Krueger, los enviados del FMI. Salió todo colorado y me dijo: «Me pidieron hasta las cuentas de Formosa». Hay quienes dicen que ahora el FMI cambió.
—El FMI puede tener ahora mejores comunicadores institucionales, pero la política no cambió. El FMI tiene la óptica de un banquero que presta plata, y un banquero no es dador de sangre. Es: «Yo te presto plata, pero necesito que me la devuelvas, y para que me la devuelvas necesito requisitos». Y esos requisitos son que queden excedentes. Y excedente significa superávit y política coincidente en lo macro. Hay un libro, que deberían leer los estudiantes, que se llama «Los economistas», de Enrique Silberstein, quien escribió sobre todos los ministros de Economía que firmaron con el FMI. Todos se hicieron ajustando tarifas a valores reales, dejando flotar el dólar. Y esto es así porque está en la esencia de los planes. Si usted hace una misma política va a tener los mismos resultados.
—¿De lo que usted vio de este acuerdo entre el gobierno y el FMI, el final cuál es, qué le espera al país?
—En los próximos meses se va a sentir mucho más fuerte el ajuste, es probable que haya menos actividad económica y suba de precios. Y el tipo de cambio alto puede promover exportaciones agrícolas, y eso arrastra precios internos. No es magia, esto va a ocurrir. Vamos a tener meses mucho más complicados.
—Duhalde dijo en una entrevista que el FMI le pidió muchas cosas que él no hizo. ¿Se puede rechazar lo que pide el fondo y aun así recibir desembolsos?
—El FMI tiene contrametas. Si cumple las metas, desembolsa plata, de lo contrario no. Lo toma o lo deja. Pero si lo toma debe cumplir las pautas. No es que vienen los 50 mil todos juntos.
—Si bien cayó la imagen del gobierno, no aparece nadie en la oposición.
—No debe cambiarse lo malo por lo menos malo. Hay que construir liderazgos que sean alternativos para el país que viene. Es lo que se está gestando en el subsuelo pero aún no está en la tapa de los diarios. Esto tiene que ver con el mundo que viene, no con el que se fue. No puede ser una pelea entre dos jugadores veteranos. El mundo que viene es absolutamente diferente al pasado y a lo que quiso hacer el macrismo. Liderazgo es saber leer los tiempos, como ocurrió con Perón, Yrigoyen o, antes, con la Generación del 80. El desafío pasa por el irrefrenable avance del mundo digital. Todos tienen que prepararse. Si no es así, va a pasar como en el Siglo XIX, cuando los obreros no sabían por qué se quedaban sin trabajo. Antes era la máquina, ahora el mundo digital. Estas cosas están tapadas por las urgencias.
—¿Ve que en el peronismo puede asomar algún tipo de liderazgo?
—El peronismo está en un gran debate interno. Tiene una vocación de participación muy grande. Nosotros empezamos con una revista, Movimiento 21, casi como un entretenimiento, y hoy se junta mucha gente de todo el país a debatir. Hay que tener un programa y una organización, y ahí va a aparecer el candidato que hace falta. No es época de «Síganme», hay que construir con propuestas concretas. Mire, reconstruir todo el ferrocarril, que sería una gran cosa, cuesta menos de 30 mil millones de dólares, no es inaccesible. Si lo gastamos en una corrida bancaria es mejor gastarlo en los ferrocarriles.
—¿Una primaria peronista debe involucrar a todos?
—Debe ser lo más amplia posible. Para ser el número uno hay que ganarles a todos. La gente debe seleccionar al candidato, no los acuerdos de cúpulas.
—¿Lo ve competitivo al peronismo santafesino?
—El peronismo santafesino tiene una oportunidad como hace mucho no la tenía. Tenemos serias chances de ganar la provincia. Hay buenos candidatos, se han depuesto las viejas rencillas internas; podemos ganar. Faltan las propuestas correctas que involucren a todos, que sea un esfuerzo colectivo.
—¿Cómo sería tomado por las organizaciones internacionales la posibilidad de que el pliego de Caputo en el Banco Central no sea aprobado por el Senado?
—El Senado pide los requisitos, entre ellos la conducta. El presidente del Banco Central es uno de los cargos que tiene más influencia sobre la vida de la gente. Aunque la gente no lo note. Tiene que pasar el examen en el Senado.