Por Horacio Umbídez
Parece que casi todos los dirigentes políticos, sociales y gremiales atrasan muchísimos años y además, en la imitación de viejos modelos perimidos de la vieja y querida UCR., les preocupa más sus internas entre pares que las conquistas. Todos negocian con el gobierno, pero cumplir el rol de interlocutor válido es una cucarda de muy bajo valor. Deberían pensar en grande y no entrar en ese vuelo de perdiz, cortito y muy bajo. Lamentablemente también el Gobierno se fagocita a si mismo por las múltiples internas y abre tantos mostradores donde comprar o vender que hasta marea.
La dirigencia gremial creyó tocar el cielo con las manos por el solo hecho de que alguien les prometió quedarse con todo. O porque con los fondos que les están devolviendo alcanzaba para ser los “Gardeles” del movimiento obrero. Cometieron gruesos errores de cálculo o pecaron de ingenuos y ahora, fogoneados por alguno de los distintos mostradores o quizás huyendo hacia adelante, salen a despotricar entre ellos y confunden a los trabajadores.
La foto de Armando Cavalieri firmando el acuerdo salarial para sus dirigidos junto al Ministro Triaca, sin analizar desde aquí si es bueno o malo, es un logro del Gobierno. Ahora bien, la otra foto de Guillermo Pereyra (Petroleros Privados) firmando los acuerdos para Vaca Muerta con el Ministro Aranguren también es un logro importante del Gobierno. Uno garantiza un acuerdo muy lógico para las metas salariales que se pretende y el otro garantiza un marco adecuado para la llegada de nuevas inversiones. Pero uno amerita un silencio de radio desde el triunvirato cegetista y el otro, los mandobles que en el programa La Lupa de canal 26, le propinó Daer al petrolero.
Si asi se manejan los interlocutores válidos, menudos entuertos nos esperan.
No sirve solo gritar en un lado y poner los huevos en otro como el tero. El movimiento obrero siempre supo y consiguió actuar desde lo individual y para bien del conjunto. Más allá de las apetencias personales de algunos de sus miembros, siempre supo negociar y en eso está la base del poder real que tiene. Si todos negocian y todos llevan agua para su molino ¿quien está libre para tirar la primera piedra?
Quizás lo más conveniente sería llamarse a un digno silencio y reconocer que no siempre se alcanza o se tiene lo que le prometieron. Y sin ponerse nerviosos.