Por Horacio Umbídez
¡Que gran batahola armó el Presidente con el DNU que nombra a dos Jueces en Comisión para la Corte!. Su sorpresiva medida logró unificar a casi todos en contra de su “método”, pero sin embargo los nombrados no recibieron cuestionamientos. Y quizás ahí, solo ahí, esta el nudo de la cuestión.
En principio, la mayoría de los analistas coincidieron en tratar la medida como un error político, sin considerar que hasta en ese caso, la posterior contramarcha de Macri le permitió poder mostrarse como un hombre que puede volver sobre sus pasos y enmendar sus errores.
Es cierto que esa es una de las características del “estilo Macri”, pero desde la perspectiva del marketing político, al tiempo que muestra apertura hacia las demás fuerzas, es muy bueno fidelizar la simpatía de sus seguidores diferenciándose de los funcionarios anteriores, siempre enamorados de sus decisiones. Incluso de sus errores.
Pero tal vez lo de Macri no fue un error ni un innecesario paso en falso, sino una meditada jugada que lo llevó a poder, sin ningún tipo de prurito, meterse de lleno en la interna de los dos partidos mayoritarios.
Una vez superada la instancia de discutir si Macri es Mitre, o si correspondía o no llamar a Sesiones Extraordinarias para que el Congreso debata los nombramientos, el Presidente logró imponer sus candidatos, uno radical y otro peronista, sin que dichos partidos puedan siquiera meter la cucharita. ¡Brillante!
Con una maniobra que recuerda la jugada de CFK con Reposo y Gils Carbó, Macri desbarató las intenciones radicales de imponer a Gil Lavedra y las del PJ con el candidato que le impusiera el propio Senado, desde Pichetto a Negre de Alonso. Repudiando constantemente la “forma” y alabando hasta limites insospechados a los postulantes, todos quedaron acorralados
Así como en algún momento fui crítico de algunos nombramientos en lugares de negociación pura, chapeau para esta jugada, fuera casualidad o no.